La Inmaculada Concepcion
La Inmaculada Concepcion
Un día Maravilloso, una fecha Inmaculada, una gracia Divina, una consagración en la Palabra que da vida eterna.
Ella es la llena del Espíritu Santo, quien acogió al Verbo encarnado por quien fueron hechas todas las cosas.
Dogma de fe de la iglesia de Cristo, un corazón que buscó vivir la plenitud de Dios
Ella es luz, ella es misterio, ella es misericordia, ella es madre de Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.
Es la Santísima Virgen María y sólo ella puede mostrar cuán grande es el camino del discípulo que acoge el llamado de su Hijo.
Antorcha en el camino, compromiso de valientes como ella lo es; constructora y corredentora siempre del Reino en la tierra y en el cielo.
En la cruz, Cristo nos da a ella como sus hijos; por eso, ella vive todo el misterio de la cruz.
Ella es hechura escogida del Padre y no existe razón y pasión más grande que vivir en el mar de sus dones y carismas, pues ella es dispensadora de todos ellos.
A tí me acojo Santa Madre del cielo, a tí Virgen María, te doy mi vida por completo.
Es una bendición conocerte, pero es un verdadero placer en tí sumergirse.
Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, ruega por mí, ruega por nosotros !!!
Tradición:
DOGMA DE FE
Todo lo que se refiere a la Santísima Virgen María es un maravilloso misterio. Como la primera y más importante de las prerrogativas suyas es su condición de ser Madre de Dios, todo lo que deriva de ello. El caso de ser Inmaculada, por ejemplo, es una consecuencia de su especialísima, impar e irrepetible situación en medio de los hombres.
De hecho, en un tiempo concreto, justo en 1854, el papa Pío IX, de modo solemne y con todo el peso de su autoridad suprema recibida de Jesucristo, afirmó que pertenecía a la fe de la Iglesia Católica que María fue concebida sin pecado original, declarando dicha afirmación como dogma de fe.
La definición dogmática no es la creación de una verdad nueva hasta entonces inexistente, sino la confirmación por parte de la autoridad competente de que el dato corresponde al conjunto de la Revelación sobrenatural. Por eso, al ser irreformable ya en adelante, asegura de manera inequívoca las conciencias de los fieles que al profesarla no se equivocan en su asentimiento, sino que están conforme a la verdad.
De manera sencilla y entendible hacemos referencia al pasaje de la Anunciación. El Arcángel Gabriel le dice a María: “Alégrate, llena de gracia”.
Recordamos que cuando recibimos un Sacramento se nos participa la gracia de Dios, por ejemplo en el bautismo. Entonces, el ángel le dice a María “llena de gracia”. En ese tiempo no existían los sacramentos instituidos por Jesucristo y María ya estaba llena de gracia, por consiguiente, fue concebida sin el pecado original, ella nunca recibió el bautismo, no tuvo pecado original.
El pecado original es la inclinación que se tiene para cometer pecado y la realización del mismo. En María nunca se dió eso, situación real en cada uno de nosotros que sí tenemos esa realidad desde el momento en el que somos concebidos por nuestros padres. Se nos borra la primera inclinación al pecado con el bautismo, y desde dicho sacramento; iniciar una vida en el marco de la fragilidad humana que busca entre tantas, apartarse del pecado y en especial, la concupiscencia de la carne. Por otro lado, la virgen María está libre de todo esto.
Así, aquel 8 de diciembre, el papa Pío IX clarificó para siempre el significado completo de llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre.
Mientras los teólogos estudiaban y discutían todos los pormenores, los artistas les tomaron la delantera, sobre todo los españoles Murillo, Ribera, Zurbarán, Valdés Leal y otros; también no españoles como Rubens o Tiepolo. Ponían en sus impresionantes lienzos a la Inmaculada con túnica blanca y manto azul, coronada de doce estrellas, que pisaba con total potestad y triunfo la media luna y la humillada serpiente.
En el marco de nuestra fragilidad, no dejemos de invocar a nuestra Madre Santísima con su jaculatoria:
Por tu limpia Concepción, oh, Soberana Princesa,
Una muy grande pureza te pido de corazón.
Amén !!!