13 Junio 2025
El 13 de junio la Iglesia celebra la memoria obligatoria de uno de los santos más conocidos y venerados en el mundo, San Antonio de Padua, a quien según la tradición, se le invoca para hallar objetos perdidos.
San Antonio nació en Portugal en 1195 en una familia de la nobleza. Desde niño se consagró a la Santísima Virgen. En su juventud fue atacado por las pasiones sensuales pero con ayuda de Dios las dominó, encontrando su fortaleza en las visitas al Santísimo.
Fue admitido en los franciscanos a inicios de 1221, participó en Asís del capítulo general de la orden de ese año y más adelante fue enviado a predicar en diversas ciudades, obteniendo un gran éxito en la conversión de los herejes. Como la gente buscaba estar cerca de él y algunos le arrancaban pedazos de su hábito, se le asignó un grupo de hombres para protegerlo después de los sermones. En ocasiones predicaba en plazas y mercados. Bastaba su presencia para que los pecadores cayesen de rodillas a sus pies.
"El Santo de todo el mundo" le llamó el Papa León XIII. Y no exageraba, ya que San Antonio es sin duda alguna, el Santo más popular de la Iglesia. Pero, sobre todo, es venerado por la gente humilde que sabe descubrir en él la ayuda y el ejemplo en las cosas ordinarias y sencillas.
Bien podía el Papa Pío XII, en 1946, en declararle Doctor de la Iglesia, felicitar a Portugal por haber regalado al mundo esta magnífica flor y a Padua por haberlo recibido en su tierra donde realizó toda clase de prodigios. Pero ¿por qué es famoso San Antonio? El mismo Pío XII lo declaraba al afirmar que esta fama le venía, "por la santidad de su vida, por la insigne fama de sus milagros y por el esplendor de su doctrina. Por todo ello iluminó y sigue ahora iluminando a todo el universo".
Reafirmando su nacimiento en Lisboa, le fue impuesto el nombre de Hernando o Fernando con el que se le conocerá hasta los veintiocho años cuando ingresó en la Orden Seráfica que cambiará por el de Antonio. Sus padres se llamaron Martín Bullones y Teresa Tavera. Dieron una sencilla y cristiana educación a su hijo.
La vida de Antonio es la expresión de fervor religioso y estudio conciensudo. Los Canónigos Regulares de San Agustín forjaron aquella inteligencia y modelaron aquel corazón que tanto supo amar a Dios y a las criaturas.
Estudió primero en Lisboa y después pasó a la célebre ciudad de Coimbra. Mientras estaba en esta ciudad, presenció la llegada de los cuerpos de los cinco primeros mártires franciscanos muertos por su fe en Jesucristo, en Marruecos.
Fernando recibió como un aldabonazo muy fuerte en su corazón y como una llamada a ser Mártir como aquellos valientes religiosos. Ni corto ni perezoso corre a la portería de los Frailes Menores, al convento de San Antonio de los Olivares, y le dice al P. Guardián a quemarropa: "Padre, si me prometéis enviarme a tierra de moros, os ruego que me deis vuestro hábito".
Es el verano de 1220. Antonio tiene 25 años. Su noviciado fue breve pero bien aprovechado. Asimila las virtudes y la Regla del Padre San Francisco. El P. Guardián sabe que debe cumplir la promesa hecha a Antonio de enviarlo en cuanto haya ocasión a tierra a moros, y, así lo hace en la primavera del 1221.
Llegando ya a Marruecos una enfermedad le hace volver hacia España, pero una tormenta arrastra la embarcación hasta Sicilia y allí desembarcan.
Su encuentro con San Francisco fue digno de quedar grabado para siempre en la historia franciscana. El Serafín de Asís le llamaba cariñosamente "mi obispo". Le ordena que reciba el sacerdocio con estas palabras: "A mi querido hermano Antonio, saluda en Cristo el hermano Francisco: Paréceme que leas a los frailes la teología; con tal de que, por el demasiado estudio, no apagues en tí ni en ellos el fervor y el espíritu de la santa oración, según en la Regla se contiene".
Se entrega a predicar por Italia y Francia, durante diez años lleva el mensaje por todas partes y lo confirma con ruidosos milagros hasta llegar a ser el mayor taumaturgo de todos los tiempos.
Hablaba a los hombres, a los pájaros y a los peces. Estos le obedecían y cantaban las glorias del Creador. Mereció ser canonizado al año de su muerte y es conocido como "El Doctor evangélico". "El Santo de los milagros". "El Arca del Testamento". "El Santo de todo el mundo".
Veinte días antes de su muerte, se retiró a Camposampiero, a unos veinte kilómetros de Padua para vivir en soledad, junto a su amigo el conde Tirso, el cual le construyó una pequeña celda junto a un nogal, desde donde predicaba al pueblo.
Afectado por una hidropesía que sufría desde hacía bastante tiempo, hizo que lo trasladaran a Padua, al convento de la Arcella, donde cantando el “Gloriosa Domina” y teniendo una visión de Cristo, expiró la tarde el día 13 de junio del año 1231.
Cuando se corrió la voz de que había muerto, todos querían llevarse su cuerpo, pero definitivamente lo llevaron a la iglesia de Santa Maria Materdomini en Padua, lugar en el que él había manifestado su deseo de ser sepultado.
Antes de cumplirse un año de su muerte, el día 30 de mayo de 1232, el Papa Gregorio IX, lo canonizó en la catedral de Spoleto.
Inmediatamente después de su muerte se iniciaron las primeras manifestaciones de culto en Padua, manifestaciones que aumentaron después de su prontísima canonización.
El centro principal de culto es la Basílica santuario en dicha ciudad, imponente, con una armoniosa fusión de estilos (románico, gótico, bizantino y con influencias árabes). En dicha Basílica se encuentra el sepulcro del santo y muchas reliquias, entre ellas su lengua incorrupta. Este templo, a lo largo de los siglos, ha sufrido serios contratiempos: inundaciones y dos incendios pero ha sido restaurado y contiene numerosas obras de arte.
Las reliquias del santo fueron puestas en la Basílica el año 1266, estando presente San Buenaventura (también franciscano y cardenal de la Iglesia). Desde Padua, el culto se propagó por toda Italia, Francia, Portugal y España y poco después de la canonización se aprobó su Oficio Litúrgico que fue propagado por los franciscanos por toda Europa. Sixto V lo extendió a toda la Iglesia Universal.
Se trasladó a Padua, donde ya había trabajado anteriormente. Denunció y combatió el vicio de la usura pero poco a poco la salud de San Antonio se fue deteriorando y se retiró a descansar a los bosques. Al sentir que su vida llegaba a su término, pidió regresar a Padua, pero solo llegó hasta los límites de la ciudad.
El 13 de junio de 1231 recibió los últimos sacramentos, entonó un canto a la Virgen y antes de partir a la Casa del Padre, dijo sonriente: "Veo venir a Nuestro Señor". Fue canonizado sin que haya transcurrido un año de su muerte por el Papa Gregorio IX y declarado Doctor de la Iglesia por el Papa Pío XII.
Un hombre retó a San Antonio a probar que Jesús estaba en la Eucaristía y dejó sin comer tres días a su mula. Llevó al animal al templo y le mostró pasto fresco, pero la mula prefirió ir con el Santo, que se encontraba al lado con una hostia consagrada, y se arrodilló.
Los objetos perdidos:
A San Antonio se le invoca para encontrar objetos perdidos tal vez porque cierto día un novicio huyó del convento con un salterio que usaba el Santo. San Antonio oró para recuperar su libro y el novicio se vio ante una aparición terrible y amenazante que lo obligó a regresar y devolver lo robado.
Se dice que en una ocasión, mientras oraba, se le apareció el niño Jesús y lo sostuvo en sus brazos. Muchos fieles acuden a San Antonio para que interceda para hallar un buen esposo o esposa. Es patrono de mujeres estériles, pobres, viajeros, albañiles, panaderos y papeleros.
Una de las grandes conversiones en su peregrinar evangélico, fue la de un noble usurero quien en la ciudad de Padua, generaba caos e injusticias arbitrarias por la modalidad con la que cobraba préstamos que eran prácticamente imposibles de pagar. San Antonio intervino en varias ocasiones siendo este defensor de aquellos que morían de hambre y que no tenían cómo resolver ese tipo de deudas. Un día, fue invitado con sus frailes a una cena en casa de dicho noble, quien tras bambalinas, pondría a prueba su fe colocabdo veneno en su sopa; a lo cual, por ser hombre de Dios, exhortó en primera instancia tal comportamiento y acto seguido, tomó de esa sopa, la cual, no generó algún tipo de consecuencia como el noble lo tenía planeado; lo único que realmente ocurrió aparte del milagro descrito, fue la conversión de ese recaudador usurero.
En este día particularmente tan especial para mí, ya que es uno de mis santos preferidos, pedimos al buen Dios por la gracia y el valor inconmensurable de la vida de San Antonio, sean escuchadas nuestras súplicas y que estas sean manifestación de amor, bendición y de la gloria de nuestro Señor Jesucristo en el don de nuestras vidas.
Amén !!!
San Antonio de Padua, ruega por mí, ruega por nosotros !!!