Nació en Ávila (España) el 28 de marzo 1515.
Mujer de excepcionales dotes de mente y de corazón; a los 18 años entró en el Carmelo de la Encarnación el 2 de noviembre de 1535.
Creció en un ambiente muy religioso, en el que desarrolló una llamativa sensibilidad por lo trascendente desde muy temprana edad. En una sociedad analfabeta, sus padres la aficionaron precozmente a la lectura.
A los trece años perdió a su madre. Este golpe y las crisis propias de la adolescencia agravaron un problema afectivo que arrastraría dolorosamente hasta su conversión definitiva. Físicamente agraciada y con grandes habilidades sociales, pronto triunfó en “la vanidad del mundo”. Ya en el internado de Santa María de Gracia, tomó la determinación de ser religiosa, tras un fuerte combate interior. Le pareció que era un estado mejor y más seguro para salvarse.
Ingresó en el Carmelo de La Encarnación, donde vivió durante 27 años. En 1537 profesó y, transcurrido apenas un año, le sobrevino una extraña enfermedad. Esto alarmó a la familia, que la puso en manos de una famosa curandera. El tratamiento empeoró su estado hasta llegar a darla por muerta. Cuenta ella que se curó gracias a la intercesión de San José, aunque con secuelas que padecería toda su vida.
Durante su enfermedad, tomó contacto con el misticismo franciscano a través de la lectura del "Tercer Abecedario" de Osuna, muy importante en su evolución espiritual, pues la introdujo en la oración de recogimiento. De nuevo en el monasterio, el reclamo interior a la soledad y la oración se vio obstaculizado durante años. Por una parte, el ambiente no era propicio. Casi 200 mujeres convivían dentro del monasterio, en el que destacaba la extraordinaria personalidad de Teresa. Esta intensa vida social que la apartaba de la oración no le disgustaba, compensaba su desbordante afectividad.
Cada vez más insatisfecha, urgida por las llamadas del Amigo que la reclamaba toda para Sí, empezó a confrontar sus experiencias interiores en busca de luz. Muchos fueron los confesores letrados a los que confió su alma a lo largo de su vida, peregrina siempre de la verdad.
En 1554, ante una imagen de Cristo “muy llagado” comienza su transformación. En adelante, ya no será el temor lo que la mueva, sino un profundo amor a quien la ha amado primero. Dos años más tarde, se produjo la conversión definitiva. El Espíritu Santo irrumpió en su alma y la sanó, quedando libre de sus problemas afectivos. El fruto de su conversión fue una fecunda actividad como fundadora y escritora que se prolongó hasta su muerte.
Santa Teresa de Ávila murió el 4 de octubre de 1582 en Alba de Tormes, España. Fue beatificada por Paulo V en 1614, canonizada por Gregorio XV en 1622 y proclamada Doctora de la Iglesia por San Pablo VI en 1970. Fue la primera mujer a la que se le concedió dicho título.
A los 45, para responder a las gracias extraordinarias del Señor, emprendió una vida cuya divisa sería: «O sufrir o morir», y en la que encontró el eficaz apoyo de san Pedro de Alcántara.
Fundó el convento de San José de Ávila el 24 de agosto de 1562, primero de los 17 Carmelos de Carmelitas Descalzas que establecería en España.
Con san JUAN DE LA CRUZ, introdujo la gran reforma carmelitana y fundan el primer convento de frailes contemplativos en Duruelo el 28 de noviembre de 1568.
Sus escritos son un modelo seguro en los caminos de la oración, de la mística y de la perfección.
Supo conciliar el don de gentes con el trato íntimo con Cristo, el espíritu emprendedor con la oración contemplativa, la actividad incesante con la unión mística con Dios, que ella nos describe con el lenguaje llano del pueblo, sus obras entre las que se destacan el “Libro de la Vida”, el “Camino de Perfección”, “Las Moradas”, “Fundaciones”, “Meditaciones sobre el Cantar de los Cantares”, “Poesías” e innumerables “Cartas” han ejercido en la Iglesia una verdadera Escuela de Mística.
Murió en Alba de Tormes (Salamanca) el año 1582, la noche del 4 de octubre, convertida en 15 de octubre por la reforma gregoriana del calendario.
El papa Pablo VI la declaró Doctora de la Iglesia, el 27 de septiembre de 1970.
Sus escritos son un modelo seguro en los caminos de la plegaria y de la perfección.
Se cree que la palabra "Teresa" viene de la palabra griega "teriso" que se traduce por "cultivar"; cultivadora. O de la palabra "terao" que significa "cazar", "la cazadora". Como bien dice el Padre Sálesman en su biografía, ambos títulos le quedan bien a Santa Teresa, por ser ella "Cultivadora" de las virtudes y "cazadora" de almas para llevarlas al cielo.
Ya sabido que ella nacida en Ávila el año 1515, Teresa de Cepeda y Ahumada emprendió a los cuarenta años la tarea de reformar la orden carmelitana según su regla primitiva, guiada por Dios por medio de coloquios místicos, y con la ayuda de San Juan de la Cruz (quien a su vez reformó la rama masculina de su Orden, separando a los Carmelitas descalzos de los calzados). Se trató de una misión casi inverosímil para una mujer de salud delicada como la suya: desde el monasterio de San José, fuera de las murallas de Avila, primer convento del Carmelo reformado por ella, partió, con la carga de los tesoros de su Castillo interior, en todas las direcciones de España y llevó a cabo numerosas fundaciones, suscitando también muchos resentimientos, hasta el punto que temporáneamente se le quitó el permiso de trazar otras reformas y de fundar nuevas cases.
Maestra de místicos y directora de conciencias, tuvo contactos epistolares hasta con el rey Felipe II de España y con los personajes más ilustres de su tiempo; pero como mujer práctica se ocupaba de las cosas mínimas del monasterio y nunca descuidaba la parte económica, porque, como ella misma decía: “Teresa, sin la gracia de Dios, es una pobre mujer; con la gracia de Dios, una fuerza; con la gracia de Dios y mucho dinero, una potencia”.
Por petición del confesor, Teresa escribió la historia de su vida, un libro de confesiones entre los más sinceros e impresionantes. En la introducción hace esta observación: “Yo hubiera querido que, así como me han ordenado escribir mi modo de oración y las gracias que me ha concedido el Señor, me hubieran permitido también narrar detalladamente y con claridad mis grandes pecados.
Es la historia de un alma que lucha apasionadamente por subir, sin lograrlo, al principio”. Por esto, desde el punto de vista humano, Teresa es una figura cercana, que se presenta como criatura de carne y hueso, todo lo contrario de la representación idealista y angélica de Bernini.
Desde la niñez había manifestado un temperamento exuberante (a los siete años se escapó de casa para buscar el martirio en Africa), y una contrastante tendencia a la vida mística y a la actividad práctica, organizativa. Dos veces se enfermó gravemente.
Durante la enfermedad comenzó a vivir algunas experiencias místicas que transformaron profundamente su vida interior, dándole la percepción de la presencia de Dios y la experiencia de fenómenos místicos que ella describió más tarde en sus libros: “El camino de la perfección”, “Pensamientos sobre el amor de Dios” y “El castillo interior”.
Murió en Alba de Tormes en la noche del 14 de octubre de 1582, y en 1622 fue proclamada santa. El 27 de septiembre de 1970 Pablo VI la proclamó doctora de la Iglesia.
Su vida
Sus padres eran Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz Dávila y Ahumada. La santa habla de ellos con gran cariño. Alonso Sánchez tuvo tres hijos de su primer matrimonio, y Beatriz de Ahumada le dio otros nueve. Al referirse a sus hermanos y medios hermanos, Santa Teresa escribe: "por la gracia de Dios, todos se asemejan en la virtud a mis padres, excepto yo".
A los siete años, tenía ya gran predilección por la lectura de las vidas de santos. Su hermano Rodrigo era casi de su misma edad de suerte que acostumbraban jugar juntos. Los dos niños, eran muy impresionados por el pensamiento de la eternidad, admiraban las victorias de los santos al conquistar la gloria eterna y repetían incansablemente: "Gozarán de Dios para siempre, para siempre, para siempre."
Teresa y su hermano consideraban que los mártires habían comprado la gloria a un precio muy bajo y resolvieron partir al país de los moros con la esperanza de morir por la fe. Así pues, partieron de su casa a escondidas, rogando a Dios que les permitiese dar la vida por Cristo; pero en Adaja se toparon con uno de sus tíos, quien los devolvió a los brazos de su afligida madre. Cuando ésta los reprendió, Rodrigo echó la culpa a su hermana.
En vista del fracaso de sus proyectos, Teresa y Rodrigo decidieron vivir como ermitaños en su propia casa y empezaron a construir una celda en el jardín, aunque nunca llegaron a terminarla. Teresa amaba desde entonces la soledad. En su habitación tenía un cuadro que representaba al Salvador que hablaba con la Samaritana y solía repetir frente a esa imagen: "Señor, dame de beber para que no vuelva a tener sed".
La madre de Teresa murió cuando ésta tenía catorce años. "En cuanto empecé a caer en la cuenta de la pérdida que había sufrido, comencé a entristecerme sobremanera; entonces me dirigí a una imagen de Nuestra Señora y le rogué con muchas lágrimas que me tomase por hija suya".
Por aquella época, Teresa y Rodrigo empezaron a leer novelas de caballerías y aun trataron de escribir una. La santa confiesa en su "Autobiografía": _"Esos libros no dejaron de enfriar mis buenos deseos y me hicieron caer insensiblemente en otras faltas. Las novelas de caballerías me gustaban tanto, que no estaba yo contenta cuando no tenía una entre las manos.
Poco a poco empecé a interesarme por la moda, a tomar gusto en vestirme bien, a preocuparme mucho del cuidado de mis manos, a usar perfumes y a emplear todas las vanidades que el mundo aconsejaba a las personas de mi condición"._ El cambio que paulatinamente se operaba en Teresa, no dejó de preocupar a su padre, quien la envió, a los quince años de edad a educarse en el convento de las agustinas de Ávila, en el que solían estudiar las jóvenes de su clase.
Enfermedad y Conversión
Un año y medio más tarde, Teresa cayó enferma, y su padre la llevó a casa. La joven empezó a reflexionar seriamente sobre la vida religiosa que le atraía y le repugnaba a la vez.
La obra que le permitió llegar a una decisión fue la colección de "Cartas" de San Jerónimo, cuyo fervoroso realismo encontró eco en el alma de Teresa. La joven dijo a su padre que quería hacerse religiosa, pero éste le respondió que tendría que esperar a que él muriese para ingresar en el convento. La santa, temiendo flaquear en su propósito, fue a ocultas a visitar a su amiga íntima, Juana Suárez, que era religiosa en el convento carmelita de la Encarnación, en Avila, con la intención de no volver, si Juana le dejaba quedarse, a pesar de la pena que le causaba contrariar la voluntad de su padre.
"Recuerdo que, al abandonar mi casa, pensaba que la tortura de la agonía y de la muerte no podía ser peor a la que experimentaba yo en aquel momento. El amor de Dios no era suficiente para ahogar en mí el amor que profesaba a mi padre y a mis amigos".
La santa determinó quedarse en el convento de la Encarnación. Tenía entonces veinte años. Su padre, al verla tan resuelta, cesó de oponerse a su vocación. Un año más tarde, Teresa hizo la profesión. Poco después, se agravó un mal que había comenzado a molestarla desde antes de profesar, y su padre la sacó del convento. La hermana Juana Suárez fue a hacer compañía a Teresa, quien se puso en manos de los médicos. Desgraciadamente, el tratamiento no hizo sino empeorar la enfermedad, probablemente una fiebre palúdica. Los médicos terminaron por darse por vencidos, y el estado de la enferma se agravó.
Teresa consiguió soportar aquella tribulación, gracias a que su tío Pedro, que era muy piadoso, le había regalado un librito del P. Francisco de Osuna, titulado: "El tercer alfabeto espiritual". Teresa siguió las instrucciones de la obrita y empezó a practicar la oración mental, aunque no hizo en ella muchos progresos por falta de un director espiritual experimentado. Finalmente, al cabo de tres años, Teresa recobró la salud.
Esta Doctora de la Iglesia, reformadora de la Orden de Carmelitas Descalzos, forjó en mi corazón el camino de amor, carácter y espiritualidad !!!
Desde que te conocí, hiciste eco en el don de mi vida y fuíste la primera santa que inspiró mi sendero, mi camino hacia el buen Dios !!!
Te amo Santa Teresa de Ávila, tu legado en mi corazón está totalmente enmarcado !!!
Santa Teresa de Ávila, ruega por mí, ruega por nosotros !!!
Amén !!!